Tolón, tolón sonaban las campanas haciendo que parvadas de palomas y otras aves volaran despavoridas. Aquella comitiva avanzaba con paso firme buscando la sombra y la frecura de los laureles; mi escolta dos princesas cada cual con una rebanada de pastel de chocolate y téjate respectivamente.
Este viejo cuentacuentos de la mano de un bastón que sostenían mis años gastados; movían mis recuerdos de la historia de este lugar, a nuestras espaldas la imponente nave que albergaba en pinturas una corte celestial.
Aquella construcción llamada “el templo de los siete príncipes” gritaba en silencio varias historias dormidas por el tiempo y por el olvido.
-Ito que tango vuela esa cabecita canosa…
-seguro está volando a una de sus historias no abuelo?
Si mis niñas, la loca de la azotea me grita una historia de estos lugares, en especial de esta iglesia; pues de todo Oaxaca y de toda la nueva España este lugar fue testigo de la comunión de dos mundos que parecía incompatible; aquí mis niñas aquí mismito, en épocas del mestizaje en este lugar se hallaba un convento uno donde se rendía culto a los dioses españoles y a los dioses mixtecos y zapotecos.
-pero abuelo eso no es posible, según lo que he estudiado en la escuela eso estaba prohibidísimo, y menos en la iglesia.
-chispas “ito” ahora si la loca de la azotea se “bandeo“ de adveras…
-no mis niñas, de veritas, que asi como se los cuento paso, pero dejen les cuente desde el principio para que sepan y algún día lo cuenten a los que han de venir después.
Hace mucho tiempo en el tiempo de los mestizajes, en los tiempos de la soledad y el olvido aquí en este lugar “merito” los españoles pusieron un convento; pero en este convento no tenía novicias cualquiera; pues los caciques oaxaqueños deberían mandar a una hija para que estuviera como garantía de que aceptarían las leyes del virrey y en señal que abrazarían la doctrina de los dioses españoles.
Y sucedió que había un grupo de religiosos italianos y españoles que dirigió el convento y a cambio de unos favores que cumplieron los caciques; les permiten tener figuras y rituales de los dioses de los antiguos y asi en aquella época, y en este lugar por la mañana se rezaba a los dioses de los españoles y en la tarde en la penumbra de los dormitorios se veneraba la fe de los antiguos. Y este lugar en secreto y detrás de sus muros, lejos de un rigor religioso español llego a ser un bastión protector para las princesas mixtecas y zapotecas.
Y asi fue mis niñas, asi como se los cuento que este lugar fue un refugio a la persecución del linaje de los caciques y señoríos de los antiguos.
En la figura de una virgen llamada “María de los Ángeles” esta orden se llamó “la orden de las capuchinas de Oaxaca” y asi como se los cuento aquellas dos religiones que parecían incompatibles y tan diferentes se comenzaron a hacer una.
Y basta con conocer la historia de los antiguos para comprender por qué se llamó después a este lugar “el templo de los siete príncipes”
-Chispas abuelo ahora si me dejaste con el ojo cuadrado.
– si “ito” ahora si nos dejaste pensando… y nunca las cacharon?
-no mis niñas hermosas; pues las monjas españolas las adoptaron como iguales a las nuevas novicias indígenas y las protegieron.
Si mis niñas hubo un tiempo donde la fe de antes y la de ahora se fue fusionando y paso que dentro de la religión de los invasores se fue amalgamando y pegando las creencias de los antiguos, y fue asi y solo asi que nuestro pueblo fue adoptando las costumbres fueranas impuestas.
Nuestros pasos se encaminaron a propósito de este relato a este templo lleno de misterio y de simbolismo; apenas entramos y nos saludan los 7 arcángeles protectores del lugar en una pintura tan peculiar que grita secretos mudos y conforme vamos avanzando los cuatro pilares sostienen las estrellas de seis picos; que fueron el sueño del buen San Francisco.
Mis palabras se iban amontonando mientras mis princesas conocían los mensajes ocultos de sabe quién; dejo impresos en este apasionante lugar.
Y asi la tarde paso ante nuestra presencia imperceptiblemente y la gastamos en aquel lugar enigmático.
Eso prueba mis niñas que nuestro pasado no está perdido, solo está olvidado por la sangre nueva. Pero a todo el que sabe ver nuestro pasado; siempre sabe que este, se asoma en nuestro mismito presente.
En 1964 se termina la construcción del templo de los siete príncipes y el convento anexo es ocupado por “la orden de las capuchinas de Oaxaca”
Tras las leyes de reforma en 1863 el convento fue expropiado y vendido a particulares.
En dicha orden y bajo las leyes de la iglesia existe una indulgencia que se llama “el perdón de Asís” mismo que se conmemora en la noche del 2 al 3 de agosto; donde se libera y se expían pecados de una vida pecaminosa evocando el arrepentimiento y consagración.
Bajo esa indulgencia La primeras indias capuchinas de Oaxaca nunca fueron procesadas o perseguidas por el santo oficio de la nueva España.